De nuevo en casa y para siempre.
Por Florencia Castro.
Más de 130.000 corazones cuervos dieron calor al barrio en una noche histórica. |
Los Santos llegaron marchando.
La mezcla entre ansiedad y nostalgia invadió a los cuervos desde el viernes pasado, cuando en una escribanía de la Ciudad de Buenos Aires, los dirigentes del Club rubricaron la escritura que convirtió a San Lorenzo dueño de nuevo en el barrio.
Cada vez faltaba menos. Como mostraba el reloj de la Sede o el del Polideportivo Pando, o como lo recordaban los cuervos en las redes sociales cada momento. Y llegó el día.
Los santos llegaron de todas partes: del exterior, de cada provincia de Argentina, de Capital Federal y el interior de Buenos Aires. Este pasado domingo 30 de junio mostró un cielo mezquino, sin dejar salir el sol hasta el final de la tarde. ¿Acaso eran los cuervos que de arriba tampoco quieren perderse esta fiesta y oscurecieron de a ratos las nubes…?
Poco a poco arribaron los cuervos al Oratorio San Antonio, con banderas, globos y mucho abrigo. La misa fue a las 19 horas, en una capilla repleta, como nunca antes. En su interior, algunas glorias cuervas que una hora después partieron para subirse a la carroza azulgrana que iba a liderar la procesión.
Marcharon los Santos, con antorchas, a puro ritmo y emoción. México y 33, Independencia y Av. La Plata, parando semáforos, mirando balcones con trapos azulgrana y anhelando a lo lejos el predio querido.
A paso firme, por Garay la multitud se encontró con Los Chiflados de Boedo, y en una unión de color y sentimiento, juntos, plantaron presencia finalmente en Av. La Plata. Estaba todo copado Boedo. Se vestía de gala para recibir a un pueblo entero.
El día esperado: dueños de un sueño.
Desde las 21:30 el barrio se hizo fiesta. Hubo shows, videos, música y muchos recuerdos. Pasaron por dos escenarios alternados Vicentico, Néstor en Bloque, Choque Urbano y otros talentosos artistas. Hasta Walter “el lobito” Lovotrico se animó a cantar. Los cuervos, claro no pararon de alentar. Como en la cancha, otra vez en Boedo.
Y aunque el frío heló más de un par de manos, nada detuvo el amor de esos más de 100.000 corazones encendidos que bancaron y aguantaron hasta el minuto 00:00 del 1/7, con un conteo regresivo que herizó toda piel cuerva.
En ese momento que se hizo eterno, todo San Lorenzo gritó con desahogo y ajusticiado por los que estaban, por los que miraban desde el cielo y por los que vendrán. Más de uno dejó caer lágrimas, de esas que algunos guardaban hace 40 años, para fundirse en un abrazo y pensar en lo que el destino y la lucha traerá.
Amaneció de nuevo en Boedo y todo volvió a la normalidad. Aunque ahora con un poco más de color: azulgrana para toda la vida.
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